Conócete, acéptate, supérate

Conócete, acéptate, supérate, los tres verbos juntos, es una máxima de San Agustín (de allá por el siglo IV). Tres pasos necesarios para la vida en sí misma como lo explica el jesuita José María Rodríguez en este recurso de un poco más de seis minutos de duración. Tiene una clave cristiana integradora, más allá de los discursos de autoestima y de la psicología positiva. El “conócete” apunta al reconocimiento de las debilidades, fortalezas, capacidades; el “acéptate” no es caer en la culpabilidad, sino que aceptarse es también quererse; y, finalmente, el “supérate” es contrario al conformismo, desde una perspectiva agradecida y bendecida, salir al encuentro de los otros y romper la inercia, así como un punto de rebeldía e inconformismo, siendo agradecido crítico con uno mismo y con el mundo que nos toca vivir. Aquí también está en juego la construcción de la identidad (1) y reconocerse como persona amada por Dios (30).